Diego Fuertes García: Responsable del Área de Psicología Deportiva de la Fundación del Real Sporting de Gijón y de la Escuela de Fútbol de Mareo
Twitter: @diegofuertesg
Necesidades psicológicas de los jugadores tras el confinamiento
El fútbol ha vuelto tras el largo parón. Después de un prolongado tiempo de confinamiento, ha llegado la hora de que los jugadores vuelvan a prepararse para rendir al máximo nivel en un calendario exprés en el caso de 1ª y 2ª división y, en un formato totalmente nuevo, en las fases de ascenso a la división de plata y a 2ª b.
Resulta obvio que la preparación psicológica, tras una situación nunca antes vivida, va a ser un elemento principal del plan de preparación de los futbolistas. El parón ha afectado a todos por igual y cada uno de los equipos va a competir bajo las mismas reglas y asumiendo los mismos protocolos de seguridad. La clave estará en quién se adapte primero y, para ello, será imprescindible que los entrenadores integren la Psicología en su método. ¿De qué manera?
Previniendo el riesgo de lesiones
El formato de las competiciones obliga a aprovechar al máximo los recursos del equipo, lo que lo que supone prevenir el riesgo de lesiones de los jugadores para que todos estén en óptimas condiciones el día del partido.
El estrés se relaciona directamente con el riesgo de lesiones. Este, en sí mismo, no es negativo, ya que su presencia nos aporta una mayor activación que nos ayuda a adaptarnos a situaciones amenazantes y a poder reaccionar a estas de forma más eficaz. Sin embargo, si el estrés es demasiado alto o se prolonga mucho en el tiempo, sí puede resultar nocivo, provocando, entre otras cosas, un mayor riesgo de lesión.
El confinamiento recientemente vivido, la situación de alarma actual y la trascendencia de los partidos que se tendrán que jugar, son fuentes altamente generadoras de estrés. La acumulación de todas ellas, probablemente, hagan que el jugador llegue a los entrenamientos con un elevado nivel de dicha variable. Ante esta circunstancia, el entrenador debe controlar el nivel de estrés durante el tiempo de preparación.
Transmitiendo seguridad sobre los protocolos sanitarios
Es necesario que los jugadores se sientan seguros durante el tiempo de preparación. Los clubes pueden valerse de una transmisión de información rigurosa a los jugadores sobre los métodos que se van a implantar, asegurándoles que son actuaciones estructuradas y organizadas y que si las cumplen será menos probable que pueda haber algún contagio.
El entrenador debe poseer toda esta información antes que los jugadores, de tal manera que pueda también sentirse seguro y, de esta forma, transmitir confianza a la plantilla. Una estrategia interesante puede ser, antes de comenzar los entrenamientos, dedicar una tarde a reunirse para trasladar toda esta información, compartir dudas y miedos y finalizar con un mensaje de seguridad y optimismo.
Informando al entorno del futbolista
Es muy importante que la familia del jugador, sobre todo aquellos que conviven con él, sean conocedores también de los protocolos de seguridad que se van a seguir y se sientan seguros. No servirá de nada que desde el Club se informe adecuadamente al jugador, si cuando llega a casa le transmiten miedo y preocupación por si va a enfermar o contagiar al resto.
El contexto del futbolista tiene un papel trascendental en su bienestar psicológico y más en la situación actual. Una estrategia útil puede ser la elaboración de folletos u hojas informativas que los jugadores lleven a sus casas y que contengan los detalles sobre los protocolos, afirmaciones que trasladen la baja probabilidad de contagio si se siguen esas pautas y la importancia que desde casa transmitan seguridad al jugador, apoyándole en todo momento y dándole fuerza para afrontar con ganas el reto deportivo que tiene por delante.
Evitando conductas de sobreentrenamiento
Es probable que los futbolistas lleguen con muchas ganas de entrenar y, siendo conscientes de la importancia de los partidos que van a jugar, quieran dedicar más tiempo al entrenamiento del que es adecuado, extendiendo las sesiones de entrenamiento o realizando una preparación complementaria. Esto resulta peligroso. Un exceso de entrenamiento puede llegar a disminuir el rendimiento al no dejar tiempo para que el cuerpo se recupere, aumentando, en consecuencia, el riesgo de lesión.
Para evitar esto es necesario que los jugadores perciban que el proceso de entrenamiento está muy bien estructurado y que a través de él podrán llegar muy bien preparados a las competiciones. Además, será importante que entiendan que en esos momentos, especialmente por el estrés que seguramente esté presente durante esas semanas, resulta imprescindible respetar los períodos de descanso. Más que nunca, el entrenador debe tenerlo en cuenta y facilitarles que lo puedan llevar a cabo.
Controlando la carga psicológica en las sesiones
A mayor tiempo, intensidad, complejidad y exigencia en los entrenamientos, mayor será la carga psicológica. Su control debe estar presente en cada sesión, al igual que está el de la carga física.
Es importante seguir una carga progresiva. Los primeros días de entrenamiento es necesario controlar las ganas por volver a ejercitarse en el campo y no caer en el error de hacer más de la cuenta. Además, los jugadores necesitan un tiempo para asimilar los conceptos del entrenamiento, por lo que las sesiones de mayor carga psicológica deben espaciarse lo suficiente.
Fomentando la cohesión del equipo
Un conjunto cohesionado en momentos de gran trascendencia rendirá mucho mejor que un grupo dividido. Sin embargo, no hay que confundir cohesión de equipo con buen ambiente aparente en el grupo. Las relaciones sociales positivas dentro de la plantilla son importantes para que el equipo esté unido, pero resulta insuficiente si no existen otros elementos que son imprescindibles para que haya una buena cohesión. Estos aspectos son los siguientes:
- Definir unas normas al comienzo: Es bueno que entre todos se establezcan unas normas de funcionamiento básicas para el período de tiempo que va a durar la preparación y la competición. Si ya se han establecido al comienzo de la temporada, se pueden aprovechar o adaptar en este período. Lo importante es que sean “las normas de todos”,
- Establecer una identidad de grupo: Es importante que el grupo sienta que hay cosas que les diferencian del resto (estilo de juego, capacidad ofensiva, defensa intensa…), elementos que les hacen mejores a los demás (entrenan muy bien, encajan pocos goles, marcan muchos goles a balón parado…) y valores que les definen (son muy luchadores, nunca se dan por vencidos, apoyan al compañero en todo momento…).
- Establecer objetivos colectivos: Una idea interesante es hacerles partícipes de la elaboración del plan de objetivos, es decir, que ellos mismos propongan ideas sobre qué cosas debe mejorar o potenciar el equipo (trabajar aspectos defensivos, incidir en la preparación física, mejorar partes del sistema de juego…) para alcanzar el propósito final.
- Integrar a todos los jugadores: Para que exista una total cohesión de equipo es necesario que todos los jugadores se sientan parte del plan. Para ello, será importante que el entrenador hable con cada jugador para establecer entre ambos sus objetivos individuales y dejarles claro lo que espera de ellos, a la vez que recalca la importancia del rol que van a tener que asumir durante este período. En el caso de 1ª y 2ª división esto va a resultar clave, ya que la carga de partidos será muy alta en un espacio de tiempo muy corto, por lo que, inevitablemente, participarán en los partidos un mayor número de jugadores de la plantilla.
Controlando las expectativas de los jugadores
Es muy probable que el rendimiento que los jugadores muestren en las primeras sesiones de entrenamiento sea menor al que tenían antes de la cuarentena. Ante esta circunstancia, resulta primordial controlar sus expectativas, trasmitiéndoles que no deben preocuparse por no sentirse igual de competentes los primeros días, algo que deben asumir como normal al haber estado tanto tiempo parados. Esto les hará ser más tolerantes ante los errores que cometan.
Sometiendo a los jugadores a las exigencias de los partidos
En ausencia de encuentros amistosos para la preparación de los jugadores, el entrenamiento debe contener momentos en los que el equipo se someta a las características estresantes de los partidos que va a jugar. Un gol en contra, un final apretado, la expulsión de un jugador del equipo… Dificultades como estas van a suponer que el nivel de estrés de los jugadores aumente en exceso durante el partido.
Resulta fundamental que el grupo aprenda a gestionar estos momentos en los entrenamientos, para que cuando se produzcan en los partidos puedan reaccionar con eficacia al sentir que tienen recursos para afrontarlos con éxito. Estas sesiones deben estar alejadas de los partidos, ya que el estrés que supone realizarlas se podrá acumular con el propio que genera el percibir que la competición está cerca.
Desarrollando estrategias de comunicación nuevas
La ausencia de público implica que se produzcan singularidades que antes no estaban presentes en los partidos. Ante estas, es conveniente aplicar estrategias como las siguientes:
- Determinar los mensajes que se deben transmitir en el campo: La ausencia de público va a permitir que se escuchen más sonidos que antes no era posible oír. Por ello es necesario que los jugadores tengan claro aquello que es adecuado decir en determinados momentos del partido para que el colectivo funcione mejor.
- Definir roles de líder en el partido: Más que nunca, los líderes del equipo tendrán que asumir la responsabilidad de estimular al grupo o trasmitir confianza en aquellos momentos que lo necesite.
- Cuidar la comunicación desde el banquillo: El entrenador, con su actitud y mensajes desde el banquillo, puede condicionar notablemente el estado psicológico de sus jugadores. Al haber menos ruido, los jugadores podrán escucharle mejor.
Controlando el nivel de activación de los jugadores durante la semana
La trascendencia de los partidos durante este período provocará, seguramente, que los jugadores afronten la competición con un elevado nivel de activación. Ante esta circunstancia, lo primero que debe tener claro el entrenador es que no debe “añadir más leña al fuego”. El propósito será que los jugadores alcancen un nivel de activación óptimo para rendir, que en la mayoría de los casos se encuentra en un nivel intermedio, ni muy alto, ni muy bajo. Para ello, puede serle de gran ayuda aplicar lo siguiente durante la semana:
- Evitar que se acumule estrés: A medida que se acerca la competición, es importante reducir progresivamente la carga psicológica.
- Fomentar una alta percepción de control de los jugadores: El equipo tiene que sentir que posee recursos para poder ganar el partido. Para ello, una idea útil es diseñar tareas en las que tengan altas probabilidades de realizarlas con éxito. Estas deben prevalecer, sobre todo, en el entrenamiento del día antes del partido.
- Establecer los objetivos para el partido: Durante la semana es bueno que se definan los objetivos para el partido y se entrenen en las sesiones. De esta manera el equipo percibirá que tiene un plan que es capaz de realizar con éxito para hacer frente al rival y, en consecuencia, que puede confiar en sus recursos para ganar el partido.
- Fortalecer la autoconfianza de los jugadores: Todo lo anterior va a fomentar que los jugadores confíen en sí mismos. La confianza en uno mismo es el mejor remedio para controlar un exceso de activación. Si el jugador se ve capaz de afrontar con éxito las demandas del partido gracias a los recursos que ha adquirido en los entrenamientos, es más probable que pueda alcanzar un nivel de activación óptimo para rendir.
Evitando un exceso de activación de los jugadores antes del partido
Un jugador de fútbol, ante partidos tan importantes como los que va a jugar, ya estará altamente motivado. Jugarse un campeonato, un ascenso o un descenso ya es suficientemente estimulante. Por esta razón, lo más probable es que el día del partido su nivel de activación sea excesivamente elevado. El entrenador debe controlar este factor mediante estrategias como las siguientes:
- Evitar una charla previa estimulante: Esto resulta altamente trascendente. Puede ocurrir que influenciados por el momento, los entrenadores estimulen en exceso a los jugadores a través de una charla previa “épica”, lo que aumentará todavía más el nivel de activación de los jugadores, perjudicando gravemente su rendimiento. Hay que tener claro que el trabajo ya está hecho y será este, junto con la influencia de otros factores que no están bajo su control, el que condicione que los jugadores lo hagan bien o mal en el partido. Una charla previa no va a cambiar las cosas a mejor, en todo caso puede que las empeore. Si las cosas no se han hecho bien durante el período de preparación, por muy “motivante” que sea la charla del entrenador antes del partido, el rendimiento de los jugadores no va a ser más alto.
- Fortalecer la percepción de control del equipo: La charla del entrenador tiene que ser corta y dirigida a transmitir confianza a los jugadores. Es importante que recuerde los objetivos que se han establecido para el partido y las soluciones que deben aplicar ante las dificultades que se pueden presentar. No es adecuado sobrecargarles de más información en ese momento. Son instantes de tensión en los que su capacidad atencional es deficitaria.
Atendiendo a la persona y no solo al jugador
Por último, no debemos olvidarnos de un aspecto que, en ocasiones, se olvida: Los jugadores de fútbol son personas. El ganar mucho dinero, como es el caso de algunos jugadores de primera y segunda división, no es un antídoto que evita el sufrimiento y les hace menos vulnerables a las preocupaciones naturales y cotidianas de todas las personas.
Los futbolistas, al igual que todos nosotros, han pasado por una situación muy estresante durante estos meses, a lo que se suma el cumplimiento de las normas que siguen vigentes en el estado de alarma y los protocolos a los que deberán someterse durante el tiempo de entrenamientos y en los partidos. La situación puede provocar que algunos de los jugadores se sientan afectados emocionalmente. Otros quizás no. Por eso es importante en estos momentos, más que nunca, observar a la persona antes que al jugador, intentando percibir si necesita una mayor atención y un apoyo más cercano.
La circunstancia vivida y lo especial de la situación que afrontarán los equipos puede hacer que se cohesionen más, aumentando la empatía entre los jugadores y creando lazos de unión más fuertes. A través de ello será más probable que las personas que forman el colectivo puedan aplicar las fortalezas que han ido adquiriendo a lo largo de su vida a través del deporte, siendo capaces de hacer frente a la adversidad con seguridad, confianza y lucha.
Mis mejores deseos para todos los equipos que afrontar este tramo decisivo de competición.